miércoles, 9 de septiembre de 2020


 

miércoles, 13 de mayo de 2020

Las uvas de la ira...

Hoy voy a hablar de la ira. Enfado, rabia, frustración, cólera... son distintos grados de una misma emoción. Ya sabes E-motion , energía en movimiento. Y cuando vivimos esa emoción, nos resulta bastante evidente ese moverse de la energía. A veces en forma de calor, que asciende hacia el rostro, tensión en la mandíbula, crispación en los puños, nos surge el grito con facilidad..

En el proceso educativo, nos enseñaron que no estaba bien expresar esa rabia y en alguna medida aprendimos a "controlar" esa energía, para que no apareciera en momentos inoportunos.
Sin embargo ese  intento de control suele ser bastante imperfecto. Y muchas veces cuanto más tratamos de controlar, más probable es que acabemos justo en el polo del descontrol.

Voy a poner un ejemplo . El trabajador que a lo largo de su jornada siente de forma sistemática la presión de su jefe, que no deja de meterle prisa para que concluya alguna tarea. Le gustaría poderle gritar y mandarlo a paseo, pero sabe que eso no le conviene, pues puede tener repercusiones laborales y económicas. Así que se limita  a murmurar o soltar algún bufido cuando no lo ven. Es decir ha desarrollado la capacidad de controlar, al menos en este contexto.
Al regresar a casa, esa energía que se ha ido fraguando, sigue estando latente y cualquier pequeño incidente puede hacer que se desencadene.
Sigamos con el ejemplo. Mientras tanto, en casa le aguarda la familia, entre ellos el niño de 5 años que está recorriendo los pasillos con un triciclo. La goma de una de las ruedas se ha ido desgastando y hace que ésta chirrie  un poco, pudiendo incluso rayar el parquet..
Este buen hombre al abrir la puerta, se encuentra con el niño en el triciclo y ese chirrido incómodo que suena a (esto me va a costar dinero). Es el último estímulo que necesitaba, la famosa  gota que colma el vaso. Toda la frustración que ha experimentado en la oficina encuentra ahora una vía de escape y se pone a chillar como un loco.. 
El niño no entiende lo que está pasando y corre asustado donde su madre, alarmada por los gritos..
Después de un rato, el padre vuelve a la calma, se siente culpable, porque comprende que  el niño ha pagado " el pato" y se dice a si mismo que tiene que aprender a " controlarse" mejor, para que no le vuelva a pasar...
Os suena de algo, seguro que si, probablemente hemos vivido historias similares en uno y otro lado, con nuestros padres y nuestros hijos. Por eso se dice que donde hay confianza da asco.
Controlamos hasta cierto punto y en ciertos contextos, pero en otros bajamos la guardia, entre otras cosas porque es imposible sujetar una energía tan poderosa de forma indefinida.

Controlar, entendido como reprimir parece un medio poco eficaz, quizá deberíamos esforzarnos y mejorar ese sujetar la energía, ¿ Acaso hay más alternativas?

Me gusta mucho usar esta analogía. El cielo se está poniendo oscuro y algo nos dice que se está preparando una tormenta. Se percibe como la atmósfera se está cargando de electricidad y enseguida esa carga será tan fuerte que se precipitará hacia la tierra en forma de rayo.
Si el rayo cae en mitad del campo, se lleva por delante al que pille, árbol, ovejas o pastor.
Si esas nubes quisieran controlar esa energía, para que no estalle  de forma indiscriminada, tendrían que hacer un esfuerzo al menos tan poderoso como la propia carga eléctrica, y eso ya sabemos que no es posible.
La tercera opción, es el uso del pararrayos. Una descarga que se canaliza a través de un sistema que evita que cause daños.
En el caso de nuestro protagonista. El es muy consciente de esa carga que se genera y acumula a lo largo del día. Para evitar ese estallido al llegar a casa, podría servirse de diferentes estrategias para conseguir bajar la presión. Técnicas respiratorias, canalizar la rabia con trabajo corporal, gritando ( no a nadie) etc. En el vídeo de youtube doy alguna pincelada del tema.

También , de la misma forma que el niño , no era el origen de su malestar, aunque si quien lo acaba pagando; hay muchas situaciones en que reaccionamos de manera desproporcionada con alguien porque conectamos con otros momentos( situaciones, personas, incluso de la infancia) en los que vivimos esa rabia  y la situación actual hace de disparador.
Nos es más fácil culpar a a otros de esa frustración, que mirar hacia dentro y conectar con esas heridas que mientras no sanemos seguirán escociendo en cuanto algo urgue en ellas.

Se me olvidaba decir, que cuando somos tan hábiles que esa energía nunca se manifiesta hacia afuera, suele generar los destrozos por dentro. Según la medicina tradicional china los órganos asociados a esta emoción son el hígado y la vesícula biliar. No es casualidad que se utilice la expresión " me estás poniendo del hígado". Como el hígado entre otras cosas es responsable del estado de tono de los músculos, y de los ojos  contracturas , problemas músculo-esqueléticos, dolores de cabeza,,,, pueden tener un origen hepático y no sólo por exceso de alcohol o grasas, sino por la rabia mal gestionada.

El título del artículo me sirve como regla nemotécnica , cuando digo que esas uvas estaban verdes, pues ese es el color relacionado con la esfera hepática. Cuando criticamos a alguien lo ponemos verde , las verduras le sientan bien al hígado y la vegetación ( distintos tonos de verde) tiene efecto sedante a nivel visual.

sábado, 18 de abril de 2020

Una aproximación a la meditación.

Meditación, relajación, visualización,  contemplación... son términos que  en principio pueden parecer sinónimos , sin embargo cada uno de ellos tiene sus propias características, diferentes métodos de abordaje e incluso diferentes finalidades.
Desde mi punto de vista, la relajación es el más popular y más accesible. En general se suele practicar tumbado, lo cual facilita ya una primera comodidad del cuerpo. Se suele apoyar en la toma de conciencia de la respiración, en guiar la atención sobre diferentes sensaciones ( peso, contacto con el suelo, temperatura etc) , también suele usarse la imaginación y su finalidad no acostumbra a ir más allá del descanso físico y cierta tranquilidad mental, lo que en si ya son objetivos altamente apreciables.

La visualización consiste en la evocación o construcción de imágenes, sonidos o sensaciones.Podemos servirnos del recuerdo o la imaginación y suele formar parte de las técnicas de relajación.
Matizo aquí, que puede haber relajación sin el uso de la imaginación, y visualización cuyo fin especifico no es la relajación,aunque ambas suelen ir de la mano.

La meditación suele practicarse con la columna vertebral erguida, habitualmente sentado, si bien también hay técnicas en las que se está de pie. Esta es una de las diferencias. Aquí no se trata tanto del descanso del cuerpo, como de mantener la atención y esto es más fácil derechos. La comunicación entre el cerebro y el cuerpo se facilita cuando la columna está vertical.
Y en cuanto a los fines, de nuevo se abre el abanico de posibilidades. Todos tenemos la imagen de esos monjes con la cabeza afeitada, pasando largos espacios sentados en posturas , para nosotros incómodas y tal vez repitiendo algún tipo de letanía de soniquete monótono. Pues si, esa es la meditación cuyo fin es espiritual, que el individuo trascienda los límites de su cuerpo físico y conecte con su esencia. En occidente también conocemos el término vida contemplativa, asociada a las órdenes religiosas.
Sin embargo no necesitamos afeitarnos, ni ponernos hábitos o túnicas para practicar y apreciar los beneficios de la meditación. Estos se manifiestan especialmente en el plano mental. Al convertirnos en observadores del funcionamiento de nuestra mente, podemos aprender a desindentificarnos de nuestros propios pensamientos.
Vacaciones viene de la palabra vacío, y cuando conseguimos que nuestra mente esté en paz, experimentamos un verdadero descanso. Muchos que se acercan a conocer esta enseñanza se quejan de lo difícil que es controlar la mente y no se dan el tiempo de práctica para ir viendo resultados.
 Yo suelo poner este ejemplo: Llega alguien a un gimnasio  donde ve a tipos forzudos levantando pesas de tamaño considerable  y le dice al monitor - yo quiero ser como ellos, y el monitor le responde- coge la pesa más pequeñita y levantala unas pocas veces. Todos entendemos que para desarrollar el cuerpo se necesita del entrenamiento. Sin embargo en relación con la mente, queremos cerrar los ojos y que inmediatamente nuestros pensamientos paren y alcanzar la paz.
Teniendo claro que el camino es la práctica, esta empieza por la toma de conciencia del cuerpo,  no tenemos porqué sufrir en posturas que no son de nuestra cultura, y no están a nuestro alcance. Una silla puede cumplir perfectamente la función de verticalidad, poco a poco, podremos prescindir del respaldo, al principio está más que justificado. Luego atenderemos a la respiración , preferentemente abdominal, para empezar a calmar nuestro sistema nervioso, después esta se establecerá por si sola.

Y ahora empieza el "lío", quiero estar en el presente y mi mente no para de saltar de una cosa a otra, del pasado al futuro, del futuro al pasado.. Bien, pues no se trata de luchar contra la mente, sino de observar ese baile, con des-apasionamiento. La mente es como un globo lleno de gas, de esos con personajes infantiles que encontramos en las ferias. Lo llevamos cogido por una cuerdita, pero si nos descuidamos, y se nos escapa, sale volando. Afortunadamente, ese hilito  es muy largo, y en cuanto lo agarramos podemos recuperar el globo. Ese hilo es la respiración, o cualquier sensación que nos conecta con el presente. Y cuántas veces se escapa el globo, al principio constantemente, luego un poquito menos, con el tiempo los espacios se van alargando.

Explico un poco más lo del des-apasionamiento. Imagina que te has dejado el televisor encendido en el salón y mientras andas por la casa haciendo tareas. De vez en cuando regresas al salón y ves unas imágenes y oyes algo, pero como no prestas atención, no sabrías decir de qué va el programa.
Esa es la clave, cada vez que la mente nos cuenta algo nos sentimos obligados a escucharla, al fin y al cabo es la mente, habrá que hacerle caso. Pues resulta que la mente es parte nuestra, como los son otros órganos , o nuestros brazos o piernas y debería estar a nuestro servicio y no al revés.

Bien, pues cuando observo mi mente con esa distancia o indiferencia, resulta que va a empezar a funcionar un poco más despacio y me voy a empezar a dar cuenta de la presencia de otro personaje en esta historia. Mi conciencia, esa parte de mi que percibe, que se da cuenta, que reconoce las sensaciones, las emociones o los propios pensamientos. Y puedo establecer ese espacio entre quien observa y lo que está siendo observado.  Y cuando ese observador, esa conciencia se va haciendo cada vez más presente se manifiesta una nueva voz, distinta a las sensaciones del cuerpo, a las emociones  y a las fluctuaciones mentales. Esa voz es la quietud, la calma, el silencio, la paz, son palabras que nos aproximan a ese estado, que todos hemos vivido en alguna ocasión, y al que podemos regresar a diario, para encontrar ese oasis en medio de la locura a la que nos conduce la mente si la dejamos que haga de las suyas.
Y como todo lo que merece la pena, requiere de la constancia. Cuando me dicen pero que difícil.. yo respondo que para mi el mus es como un criptograma, no entiendo nada cuando oigo jugar a alguien, o sería incapaz de coger una agujas y tejer un jersey de lana. Pasito a pasito todos podemos ser maestros en lo que nos propongamos.

jueves, 16 de abril de 2020

Respirando la tristeza se va acallando......

Desde el enfoque de la medicina tradicional china, la tristeza está relacionada energéticamente con los pulmones. Cuando estamos tristes o un poco deprimidos podemos comunicar nuestra apatía diciendo que no queremos salir, que no tenemos hambre, que no nos apetece arreglarnos, etc.
Sin embargo no es tan frecuente que expresemos que no tenemos ganas de respirar, y esto es porque es una función de la que no somos demasiado conscientes. 
Suele suceder que esa apatía también se manifiesta en el tema respiratorio, y tendemos a respirar menos, generalmente de una manera superficial.
Y cuanto menos respiramos, menos energía tenemos y sin darnos cuenta, podemos caer en una espiral: Cuanto menos respiro, menos energía, cuanta menos energía menos ganas de hacer nada, ni siquiera respirar.
Por eso es muy importante, que aunque no podamos salir a pasear, lo cual estimula la función respiratoria, al menos tomemos conciencia de la respiración y dediquemos unos minutos a realizar respiraciones profundas, abdominales, completas...
Cuando respiramos con el abdomen, estamos ayudando a movilizar la sangre en nuestro cuerpo, y es precisamente la sangre la que va a llevar a nuestro cerebro lo que necesita para funcionar correctamente.
El principal alimento de nuestras neuronas es el oxígeno, si respiramos poco y mal, no llega el suficiente abastecimiento a esas células y es fácil que nos sintamos cansados, malhumorados, sin vitalidad. Algo tan simple y tan al alcance, pues nuestros pulmones nos acompañan a todas partes, puede ser suficiente para que nos cambie el estado de ánimo.

Si dibujamos una línea del tiempo, cuando nos focalizamos hacia el futuro, solemos conectar con la ansiedad, que no es otra cosa que miedo; y si nos vamos al pasado la emoción que suele aparecer es la nostalgia, la cual en sí no es mala, aunque es la antesala de la pena y la tristeza.
Por eso oímos tantas veces, que intentemos estar en el presente. Presente es sinónimo de regalo, y cuando somos capaces de estar en lo que en ese momento nos ocupa solemos estar bien.
Es la mente la que al saltar constantemente hacia adelante y atrás nos saca de la experiencia del famoso aquí y ahora.
No se trata de pelearnos con nuestra mente. Cuando nos demos cuenta de esa tendencia de querer viajar en el tiempo, a recordar lo felices que eramos en otras circunstancias, tomamos a nuestra mente de la mano y la regresamos  a través de conectar con la respiración al momento en el que estamos.
Si me enfoco en lo que ahora no puedo hacer, o en lo que he perdido me siento desgraciado, si me enfoco en lo que ahora mismo tengo, que seguro que es para la mayoría mucho y bueno me siento afortunado. Podemos hacer a lo largo del día varias veces esa elección, incluso como una tarea.
Especialmente al levantarnos y acostarnos, pues nos va a condicionar la jornada y el sueño.
Y si estoy triste, lo reconozco, lo acepto. Se que la tristeza, como cualquier otra emoción es energía en movimiento. Si permito que esa energía se exprese va a dar paso de forma natural a la gratitud.
A veces no vivimos las emociones de forma plena para que su ciclo natural se cumpla y están por ahí rondando esperando el momento para presentarse. Y en otros casos una emoción esconde otra. Quizá me permito la tristeza, pero no la ira que está detrás... Mientras no exprese la ira, la tristeza seguirá rondando a mi puerta.