jueves, 16 de abril de 2020

Respirando la tristeza se va acallando......

Desde el enfoque de la medicina tradicional china, la tristeza está relacionada energéticamente con los pulmones. Cuando estamos tristes o un poco deprimidos podemos comunicar nuestra apatía diciendo que no queremos salir, que no tenemos hambre, que no nos apetece arreglarnos, etc.
Sin embargo no es tan frecuente que expresemos que no tenemos ganas de respirar, y esto es porque es una función de la que no somos demasiado conscientes. 
Suele suceder que esa apatía también se manifiesta en el tema respiratorio, y tendemos a respirar menos, generalmente de una manera superficial.
Y cuanto menos respiramos, menos energía tenemos y sin darnos cuenta, podemos caer en una espiral: Cuanto menos respiro, menos energía, cuanta menos energía menos ganas de hacer nada, ni siquiera respirar.
Por eso es muy importante, que aunque no podamos salir a pasear, lo cual estimula la función respiratoria, al menos tomemos conciencia de la respiración y dediquemos unos minutos a realizar respiraciones profundas, abdominales, completas...
Cuando respiramos con el abdomen, estamos ayudando a movilizar la sangre en nuestro cuerpo, y es precisamente la sangre la que va a llevar a nuestro cerebro lo que necesita para funcionar correctamente.
El principal alimento de nuestras neuronas es el oxígeno, si respiramos poco y mal, no llega el suficiente abastecimiento a esas células y es fácil que nos sintamos cansados, malhumorados, sin vitalidad. Algo tan simple y tan al alcance, pues nuestros pulmones nos acompañan a todas partes, puede ser suficiente para que nos cambie el estado de ánimo.

Si dibujamos una línea del tiempo, cuando nos focalizamos hacia el futuro, solemos conectar con la ansiedad, que no es otra cosa que miedo; y si nos vamos al pasado la emoción que suele aparecer es la nostalgia, la cual en sí no es mala, aunque es la antesala de la pena y la tristeza.
Por eso oímos tantas veces, que intentemos estar en el presente. Presente es sinónimo de regalo, y cuando somos capaces de estar en lo que en ese momento nos ocupa solemos estar bien.
Es la mente la que al saltar constantemente hacia adelante y atrás nos saca de la experiencia del famoso aquí y ahora.
No se trata de pelearnos con nuestra mente. Cuando nos demos cuenta de esa tendencia de querer viajar en el tiempo, a recordar lo felices que eramos en otras circunstancias, tomamos a nuestra mente de la mano y la regresamos  a través de conectar con la respiración al momento en el que estamos.
Si me enfoco en lo que ahora no puedo hacer, o en lo que he perdido me siento desgraciado, si me enfoco en lo que ahora mismo tengo, que seguro que es para la mayoría mucho y bueno me siento afortunado. Podemos hacer a lo largo del día varias veces esa elección, incluso como una tarea.
Especialmente al levantarnos y acostarnos, pues nos va a condicionar la jornada y el sueño.
Y si estoy triste, lo reconozco, lo acepto. Se que la tristeza, como cualquier otra emoción es energía en movimiento. Si permito que esa energía se exprese va a dar paso de forma natural a la gratitud.
A veces no vivimos las emociones de forma plena para que su ciclo natural se cumpla y están por ahí rondando esperando el momento para presentarse. Y en otros casos una emoción esconde otra. Quizá me permito la tristeza, pero no la ira que está detrás... Mientras no exprese la ira, la tristeza seguirá rondando a mi puerta.